El
presente artículo pertenece a una serie de posts escritos por reconocidos docentes
de otras Instituciones Educativas sobre
temas diversos. Agradecemos su gentileza
de compartir con nosotros sus experiencias, enfoques e ideas.
Recuerdo que cuando
era niña mi madre siempre repetía: “No importa si tu ropa está vieja lo importante es que esté limpia”. A veces pienso que lo decía
para disimular nuestras carencias económicas. Lo cierto es que fui creciendo con esta idea, sin darle mayor
importancia a lo que llevaba puesto. Así
terminé la Universidad, vistiendo un pantalón jeans de marca
desconocida, polos raídos y ocupando el
primer puesto de mi promoción. Se suponía que tenía todo para triunfar:
juventud, algo de inteligencia,
perseverancia, y otros valores más.
Siendo bachiller busqué trabajo en Instituciones Educativas
Privadas y lo conseguí. Creo que me
contrataron por el expediente que tenía (primer
puesto no lo obtiene cualquiera, o ¿si?). La promotora mientras me entrevistaba y hablaba sobre cómo se trabajaba ahí, no dejaba de
observar mi ropa y al final me dijo: “Queda usted contratada
y usará traje sastre”. Me sonó a una
orden pero acepté abriendo los ojos y
asintiendo con una sonrisa.
Durante todo el otoño
y el invierno, asistí con ese saco sastre
de paño, grande y sin forma. Fue sumamente incómodo, sentía que sudaba,
que todos me miraban y eso me fastidiaba; pero habiendo aceptado, debía utilizarlo, no tenía
otra opción.
Casi a fin de año con ese mismo traje, además era el único
que tenía, me presenté a dar mi examen
de grado. Cuando obtuve el ansiado título de Licenciada me dije: “Ahora a
triunfar, se acabaron los trajes sastres
horrorosos”. Busqué y logré trabajar en
colegios estatales; así que, volví a los jeans y polos y una que otra blusita
para las actuaciones centrales. Estaba feliz. Era yo, nadie me obligaría a usar
lo que no quería. Así pasaron 03 años. Según yo, mi madre seguía teniendo
razón. Si embargo, un día mejor dicho
una infeliz tarde, la realidad me dio un
puñete en la nariz.
Hacía ya varios meses que no me salía la bendita RD de contrato y en la UGEL me dijeron
que vaya al Ministerio a averiguar; ya
que, al parecer esa plaza tenía problemas. Dije está bien, iré. Y así fue.
Para ir, pedí la compañía de una colega del mismo colegio
estatal; pero, a diferencia mía, ella
siempre estaba arreglada. Además vestía
formalmente- saco, blusa, falda y zapatos
con taco- y yo como lo manifesté antes: jeans,
polo y zapatillas. Todo estaba
bien, hasta que llegamos a la
puerta del Ministerio de Educación. Ella saludó e ingresó de frente. Yo intenté hacer lo mismo pero el vigilante me detuvo, me pidió DNI,
revisó mi maletín, me hizo mil preguntas
y finalmente me dio un fotocheck de visitante. Me pregunté ¿por qué a mi
me hicieron pasar por todo esto y a ella
no ?.. ¡La respuesta no fue difícil
deducir! Me sentí humillada y ofendida pero
entendí que ese era su trabajo. A fin de cuentas, mucha gente juzga a otra solo por la ropa que usa.
Muy triste, aquel día
aprendí una lección que a mami -o a mis profesores- se
le olvidó enseñarme: “La
mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo”...
Desde entonces me esmero en vestir de manera apropiada e impecable, aún estoy en ese camino. Es cierto, ganamos
poco, no obstante; hay otra salida. En
muchos colegios estatales, los docentes
han optado por usar uniforme. Este acuerdo es genial, pues aparte de mejorar la imagen del maestro, ayuda a crear o fortalecer su sentido de pertenencia, de identidad con su institución.
Hay que intentarlo, no es difícil. Si no hacemos ni uno ni lo otro, ¿cómo podríamos
exhortar (o exigir)
a nuestros estudiantes para que asistan
al colegio correctamente uniformados, peinados y aseados? Sería incoherente, absurdo y desatinado.
Sin duda, es muy
importante valorar a las personas por sus
capacidades, sus valores, sus actitudes, etc. pero estos no se ven a simple vista; requieren de un tiempo
y sobre todo de un trato más directo. En todo caso, nadie podrá negar que la presentación personal también
“habla” de cada uno de nosotros.
*Docente del área de Comunicación. IE N° 3074 “Pedro
Ruiz Gallo”- Puente Piedra
En la actualidad la imagen es muy importante sino porqué gastan tanto dinero los candidatos presidenciales en contratar asesores que les digan cómo deben lucir.
ResponderEliminarEstá demostrado que la mayoría de las decisiones se determinan por la influencia visual: “No existe una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”. Una imagen individual positiva le abrirá nuevas oportunidades.
ResponderEliminar